jueves, 13 de febrero de 2020

Hacer parejas de trabajo

Hacía tiempo que no entraba en mi blog, y ahora al hacerlo y ver que una de mis últimas entradas ha tenido casi 350 lecturas, el tema de escribir me ha infundido mucho respeto.

Voy a escribir sobre algo que me ha pasado hoy en clase y que a lo mejor puede dar algo de luz a alguien.

Hoy teníamos que organizar parejas de trabajo en un grupo de 1 ESO. Siempre está el dilema: las hago yo, las hacen ellos... ( no hablo de un trabajo cooperativo en el que está claro que ha de hacerlas la profesora estableciendo roles).

Si las hacen ellos, se corre el riesgo de que queden desequilibradas o de que alguien se quede solo, con todo lo que supone a nivel emocional que te pase eso cuando eres adolescente. Te haces pequeño en un instante.  Es como sentir algo así como que no tienes amigos. Aprovecho aquí para recomendar una comedia francesa con la que me reí muchísimo, “Mi mejor amigo”.

Si las haces tú, puedes controlar que estén equilibradas, pero se te puede escapar el tema de afinidades, y trabajar con alguien con quién no estás a gusto es un problema y hace que baje tu rendimiento.

¿Cómo he gestionado yo el tema?

Hemos establecido un diálogo y les he dicho que levantasen la mano los que se sentían muy seguros en estos momentos con la asignatura y se creían  capaces de ayudar a un compañero. Hemos hablado de la importancia de ayudar a los demás, y no solo desde el punto de vista de ayuda al compañero, que también, sino por lo que supone para el aprendizaje personal explicar algo a alguien.

Ha levantado la mano justo la mitad de la clase. Esto ha sido una gran casualidad, pero me ha salido bien. Además, ha coincidido con los que hubiese anotado yo, pero de este modo les he hecho partícipes del proceso, y sentirse implicados ya les abre la puerta a dar lo mejor de sí mismos.

El siguiente paso ha sido que cada uno de los que no ha levantado la mano ha elegido con quien del otro grupo se sentía más a gusto para trabajar. De este modo han quedado controladas las afinidades entre ellos, y por supuesto el equilibrio académico.

Nadie en todo el grupo se ha quejado, han asumido el rol de ayudar o de ser ayudado desde la normalidad y entendiendo que a lo mejor en otra parte del curso los roles cambian porque todos estamos en un continuo proceso de  aprendizaje.

Al final, todos nos hemos quedado contentos, ellos y yo, y me he sentido muy agradecida por tener tan buen grupo de alumnos.