domingo, 19 de noviembre de 2017

Sobre la relación profesor-alumno



Esta mañana he leído una estupenda entrada sobre la relación profesor- alumno escrita por Alberto Gilsanz. A partir de un libro sobre el tema, hace sus propias reflexiones. Me ha parecido muy interesante y recomiendo su lectura.

http://www.gilsanz.es/2017/11/la-relacion-profesor-alumno-en-el-aula.html

A partir de ella, me han venido mis propios pensamientos sobre el tema.

Hace dos años tenía yo en mi tutoría de 2 ESO a un alumno. Aprendí mucho con él sobre las relaciones personales profesor-alumno. Ahora es más mayor e imagino que verá las cosas de otra manera, pero en aquella época, c​uando yo hablaba con él y hacíamos referencia a su rendimiento académico en algunas asignaturas, él respondía “ es que ese profesor no está por mí “ y eso hacía que se cerrase en banda en dicha asignatura. Este alumno era un caso extremo en el que esta percepción que él tenía sobre lo que se preocupaba por él cada profesor hacía que trabajase o no.
Y aquí no entraba la exigencia académica, entraba el "sentirse bien" y atendido, como dice Alberto en algún punto.​ Aunque era un caso extremo, es cierto que en algunos alumnos lo que ellos perciben de cada profesor les influye en su rendimiento hacia la asignatura. Y no siempre lo que perciben es la realidad, pero es su realidad. Esto no suele pasar con los alumnos académicamente buenos, pero sí por ejemplo en "las clases medias" y en otros tipos de alumnos.

Hay profesores que dominan su asignatura y que no conectan, y al revés, profesores que conectan y que no dominan una asignatura. Podríamos preguntarnos en qué caso los alumnos aprenden más. Yo diría que en el segundo caso, porque lo que el alumno aprende no es lo que el profesor explica, influyen muchas cosas...y creo que uno de los elementos claves en el proceso de comunicación es la relación profesor-alumno.

A mí uno de los motivos por los que me gusta dar clase en los cursos bajos, es porque me topo de lleno con todo tipo de alumnos y aprendo un montón con ellos. Una de la cosas que observo es que cuando a un alumno le pides trabajo acorde a sus capacidades, y el alumno ve que te preocupas y que le exiges acorde a su nivel, el alumno responde bien.

Por eso las frases “Es que no hace nada", "No quiere trabajar", deberíamos pensárnoslas antes de decirlas y asumir también nuestra parte de responsabilidad cuando se produce eso. Comparo la relación profesor-alumno un poco como una partida de tenis, si lanzas la pelota bien, te la devuelven bien...al menos a mí me funciona.

Me ha gustado mucho lo que escribe Alberto sobre que ellos a veces pueden opinar pero decide el profesor. Eso es muy importante, han de vernos seguridad, y las normas las ponemos nosotros, pero es importante escucharles. Sólo el hecho de que perciban que sus opiniones son escuchadas ya es importante, y luego nosotros medir hasta qué punto tienen razón.

Desde la experiencia de una profesora más, con mis puntos más fuertes y más débiles, como todos, comparto algunas de las cosas que yo creo favorecen la relación profesor-alumno, o que al menos a mí me funcionan a fecha de hoy, mañana no lo sé:

  • Esperarlos a la puerta siempre que puedo y con las cosas para empezar preparadas (proyector, ..) y que no me vean llegar corriendo. No es bueno ni para ellos ni para mí. Soy de la opinión que ese primer momento de acercamiento marca mucho lo que viene después. Es el momento que también te permite hablar de alguna tontería con los que llegan antes y establecer buen rollo con ellos. 
  • Transmitir al principio de la clase lo que vamos a hacer y dónde queremos llegar. Qué espero de ellos.. De esa manera aprovechan más el tiempo, tenemos un objetivo. 
  • Creo, pero es una percepción personal, que el profesor no debe sentarse en su silla, o si lo hace, que sea el menor tiempo posible. El tiempo de trabajo personal de los alumnos, si paseas, ves lo que están haciendo, refuerzas positivamente lo que están haciendo bien, ayudas a mejorar lo que no está tan bien, los alumnos se sienten acompañados y lo agradecen. 
  • Cada vez soy más partidaria de las clases personalizadas siempre que se pueda, aunque sea dos o tres veces por evaluación, aquellas en las que hay posibilidad de elegir tarea, cada cuál elige acorde a su nivel y permitiendo la ayuda entre ellos. Al final de evaluación es más fácil tener este tipo de clases personalizadas. 
  • Otra cosa importante, que también nombra Alberto, es llevar la corrección al día. Si les pedimos trabajo diario a ellos hemos de contestar de la misma forma. Cuando ellos ven que corriges al día, luego ellos reaccionan de la misma manera. Hay un efecto espejo. 
  • También doy mucha importancia al proceso de transmitir notas, tanto de trabajos, cuadernos como exámenes, veo fundamental hacer balance con ellos y que entiendan el por qué de la nota. Me gusta que veamos las libretas y comentemos las rúbricas juntos. Más importante que la calificación es la evaluación que hacemos juntos del proceso. 
  • Y parece una tontería, pero yo este año les pongo post it motivadores en los exámenes ( idea de Rosa Liarte) que luego se quedan ellos, y el hecho de que el mensaje del post it que reciban sea bueno hace que se tomen más interés y que den lo mejor de sí mismos, que es de lo que se trata al final. Alguno se los pega en su agenda. Todo lo que sea personalizado suma. 

A mí a veces me da miedo que los profesores influyamos tanto en los alumnos, porque como bien aparece en el artículo de Alberto, esa influencia puede ser positiva o negativa y podemos estropearla. Siempre hemos de intentar que el aprendizaje de los alumnos sea significativo y que nos recuerden por lo que aprendieron con nosotros. Nunca debemos alimentar nuestro ego.

También creo que los profesores nunca debemos perder la humildad ni las ganas de aprender, lo que funciona hoy, puede no funcionar mañana. Ninguno sabemos todo y a veces lo que funciona en un grupo puede no funcionar en otro. A mí eso me pasa, igual en un grupo puedo hacer grupos colaborativos ya y en otro he de esperar porque no están preparados, y he de ser capaz de verlo, y no hacerlo por inercia, creo que hemos de ser flexibles y en cada grupo saber qué puede funcionar mejor. Por mucho que prepares una clase, al final hay cosas que tienes que cambiar en el directo, en función del día y del momento, y llevarlo con normalidad. Hay que ser previsor pero abierto con opción a cambio. Eso sí, cuanto mejor preparada lleves una clase, más capacidad tendrás de improvisar y cambiar el rumbo si lo ves necesario. Cuando entras a una clase y ves la cara de los chavales ya sabes más o menos a que puedes aspirar ese día. Si un jueves a última hora acaban de hacer un examen en la hora anterior, no puedo exigir ni esperar lo mismo que en otras circunstancias. Si no me doy cuenta de esto y lo asumo, solo conseguiré enfadarme y crear mal rollo, lanzaré mal la pelota y me la devolverán peor.

Otra cosa que estoy aprendiendo con los años es que todos tenemos malos días, y clases penosas, y no por ello hemos de angustiarnos. Ahí tenemos que resetear, hacer como los alumnos, que olvidan rápido, llegar al día siguiente con la misma sonrisa y seguramente tras una clase penosa habrá una clase excelente.

Si lo piensas, con los adultos también pasa, aunque tengamos todos bien definidas nuestras funciones, no trabajamos igual de a gusto con todo el mundo, las relaciones personales son súper importantes y muchas veces nos reinventamos y motivamos según quien tenemos a nuestro alrededor. Las energías entre las personas se contagian.

Para terminar, quiero haceros un regalo, al menos para mí lo fue cuando me lo enseñaron.

Vídeo






No hay comentarios:

Publicar un comentario