miércoles, 28 de marzo de 2018

La inocencia

Esta entrada nace de la inspiración que me llega por un alumno mío de 1ºESO, vamos a llamarle Jaime, nombre ficticio por mantener su privacidad.

 Jaime es un alumno al que no le gusta mucho estudiar, inquieto, los médicos le han diagnosticado TDH, no siente mucho amor hacia las matemáticas ni hacia nada que le exija un esfuerzo académico continuado en el tiempo.

Jaime es un alumno que en un primer momento puede poner nervioso a un profesor porque no puede estar quieto: interrupciones, ...

Pero a medida que va pasando el curso descubres a Jaime, y Jaime es mucho más, y cuando hablas personalmente con él, lo notas. Bajo esa imagen de rebeldía,  de pasar de todo y de mantener "ese rol" con sus compañeros, Jaime es una persona con sentimientos muy nobles, con ganas de aprender y, algo que yo valoro muchísimo, aún conserva la inocencia de un niño y siempre dice la verdad, aún sabiendo sus consecuencias.

Esa inocencia tan bonita  hace que sin preguntarle nada te diga que hoy no tiene los deberes.

Y lo miras y sabes que le queda muy poquito tiempo para perder esa inocencia, y que seguramente en 2ºESO ya esas cosas se las guardará para él.

Esta es una de las cosas que me enamoran de los alumnos de 1ºESO. En mi trayectoria profesional he estado en 5 de los 6 cursos de Secundaria ( en todos menos en 1º de Bachiller) , he aprendido y aprendo mucho de cada uno de ellos, pero esta inocencia solo la percibo en 1ºESO, y a mí, me atrapa.

 Sé que es un curso duro, sin filtros que hay en otros cursos con programas específicos, un curso en el que te puedes encontrar a alumnos con un desajuste de hasta 4 años ( como tengo yo este año) y alumnos de altas capacidades, y todos en un mismo grupo, un curso en el que la energía de todos está al 100% , en el que sales agotada cada día....

Pero yo, me quedo con la inocencia y la compro.

Y no podía terminar esta entrada sin adjuntar un vídeo de mi cantante favorito, Pablo López, por todo lo que me transmite cuando se pone al piano, con la canción "El patio", que hace gala a esa inocencia, a ese no perder nunca el niño que llevamos dentro.

Y yo sigo jugando, qué más da...







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