lunes, 18 de agosto de 2025

Reflexiones en verano

 Este verano he leído mucho, de géneros variados, pero en concreto he aprendido mucho sobre la importancia de la motivación, gracias sobre todo al libro "Educar en la Complejidad".

He sido consciente de que muchas veces nos empeñamos, tanto padres, madres, como educadores, en trabajar la motivación extrínseca (el premio, el positivo, el reconocimiento...) cuando a la larga lo más importante es la intrínseca, el desarrollar en ellos el "hago esto porque tengo un objetivo personal, no necesito la recompensa de fuera". Para ello han de ver el éxito cómo algo alcanzable, y que a la vez les resulte un desafío. Encontrar el equilibrio entre ambas cosas no siempre es fácil. Aquí funciona muy bien el planteamiento multinivel y que ellos mismos se gradúen, haciéndoles nosotros de guía. 

Es necesario que haya clases de "pico y pala", de afianzar rutinas. No por ser más divertida una clase aprenden más, hay peligro de que se queden solo con el juego por la sobreexcitación. Cuando preparamos las clases nunca hemos de perder de vista nuestro objetivo ¿Qué quiero que aprendan al acabar esta sesión? Luego ya estudiaremos el cómo.

En mis tres últimos cursos incorporo el feedback en algunas dinámicas de aula, y la experiencia es muy positiva. Es cierto que da más trabajo, pero las tecnologías ayudan y hay cosas que si se diseñan bien, luego a la larga rentabilizas el trabajo, por ejemplo con los formularios de validación de respuesta que les permitan rectificar y aprender del error de manera autónoma.

Del libro citado anteriormente, también quiero destacar la siguiente idea: hemos de intentar que nuestro alumnado nos recuerde por lo que han aprendido con nosotros, por nuestro viaje juntos en el aprendizaje (no por si hemos sido más o menos simpáticos o graciosos, ese no era el objetivo), y ojalá les dejemos con inquietudes para seguir aprendiendo, sin nosotros. Y esta cuerda hay que ir soltándola durante el curso, al final es demasiado tarde. 

Esta motivación intrínseca creo que es aplicable a todos. En nuestra profesión como educadores, ¡qué importante es creer en lo que hacemos! Y también en los valores y principios del centro en el que trabajamos, hemos de sentir que vamos alineados.

Yo tengo la suerte de que me creo lo que hago y estoy en un colegio en el que se imparten unos valores que me los creo y con los que me siento alineada. Por eso no me planteo otro trabajo, ni otro centro en el que trabaje menos o cobre más, pero no me garanticen lo que ya tengo y que en mi escala de valores es tan importante. Eso me hace fácil, por ejemplo, preparar una reunión de familias. De hecho, las preparo con ilusión. Cuido cada imagen de la presentación, o comentario que les voy a hacer a las familias. Mi motivación es personal, diría que intrínseca, no espero recompensa de nadie, no lo hago porque me lo piden o por obligado cumplimiento. Me gusta que se vayan contentos y sentir que he hecho bien mi trabajo, si no no sería humana, pero lo hago así porque me lo creo y lo disfruto, desde la preparación hasta la puesta en directo. La primera reunión de familias para mí es un momento muy especial, creo que en esa primera toma de contacto se gesta la relación que vamos a tener durante todo el curso las familias y yo. Me encanta cuidar ese momento y darle mi sello personal.

Valoro mucho también las dos convivencias que hacemos cada curso en mi colegio, son momentos de conocer al alumnado fuera de las aulas, de compartir con ellos experiencias más personales, testimonios de vida...

Y qué decir de los Campamentos, todo el curso estoy deseando que lleguen. Creo que no podría trabajar en otro centro en el que no hubiera campamentos, para mí son muy significativos, no solo por la relación con el alumnado durante esa semana, sino por la relación con mis compañeros, ahí somos verdaderamente un equipo. 

Nos quedan dos semanas de vacaciones, pero para mí ya empiezan las vacaciones parciales, saco momentos para ir dejándomelo todo preparado. Aunque se está muy bien de vacaciones, tengo ya ganas de conocer al alumnado de este curso. En la reunión de transición de final de curso, cuando nos dan a conocer al alumnado que vamos a recibir, noto que empiezo a quererles, desde ese momento ya ha empezado nuestro camino juntos, y les vas poniendo rostro y adentrándote en sus mochilas, aún sin haberles visto. 

Ya estoy pensando también en el día en que mis alumnos me enseñan las portadas de lo que van a ser sus cuadernos de trabajo. Aunque no se evalúan porque no son indicadores de logro en la asignatura, para mí son toda una declaración de intenciones. En algunas se ve una gran dedicación y ganas de hacer las cosas bien, y otras son "un churro", hechas en un breve intervalo de tiempo a última hora, corriendo y mal, con las que te ríes mucho. Ellos también se ríen cuando les digo que no quiero churros. Algún alumno empieza con portada "churro" y luego va mejorando sus rutinas a lo largo del curso. Siempre te sorprenden y aprendes con ellos, y esto es lo más bonito de la profesión.

Quiero terminar esta entrada con un párrafo que he leído hoy de Francisco Alcaide, y que tiene mucha relación con la implicación y el compromiso:

FALTA DE COMPROMISO

Si no lo entregas todo, lo que entregas es nada. El compromiso no se negocia: se tiene o no se tiene. No existen los "medios compromisos". Compromiso es darlo todo por una meta. A la gente nunca hay que preguntarle qué metas quiere conseguir, sino qué está dispuesta a perder, porque ello es un indicativo más preciso de su grado de compromiso con la causa. Como decía William Wallace en Braveheart, todos acabamos muertos, la cuestión es cómo y por qué.







1 comentario:

  1. ¡Qué bonito! Muchas gracias por compartir tus reflexiones, lecturas… Y entusiasmo😊

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